ORACIÓN DE LA SANTÍSIMA LLAGA DE LA ESPALDA DE NUESTRO DIVINO REDENTOR
Jesucristo, mansísimo Cordero de Dios. Yo, pobre pecador, saludo y reverencio tu Santísima Llaga, que padeciste en la espalda llevando tu pesada Cruz, y, que por causa de los tres huesos que de ella salían, sentías grandísimo dolor sobre todas las otras de tu santísimo cuerpo.
Te adoro, dolorido Señor mío; te reverencio, te glorifico en lo íntimo de mi corazón, y te doy gracias por aquella Santísima, muy profunda y dolorosa Llaga de tu espalda. Te suplico humildemente, por aquel duro peso de tu Cruz, que tengas misericordia de mí y me perdones todos mis pecados, tanto veniales como mortales, y me acompañes en el camino de la Cruz, por las sangrientas pisadas tuyas, a la bienaventuranza eterna; por los siglos de los siglos. Amén.
Alabada sea la Santísima llaga de la espalda de Nuestro Señor Jesucristo. Amén.
SUPLICAS
Oh Santísima Cruz!
Oh inocente y piadoso cordero!
Oh pena grave y cruel!
Oh pobreza de Cristo mi redentor!
Oh llagas muy lastimada!
Oh corazón traspasado! Oh sangre de Cristo derramada!
Oh muerte de Cristo amargada!
Oh dignidad de Dios, digna de ser reverenciada!
Ayúdame, Señor, para alcanzar la vida eterna. Amén.
Preguntando una vez San Bernardo a Nuestro Señor en la oración cuál había sido el mayor dolor que sufrió en su cuerpo en su pasión, respondió el Señor: «Yo tuve una llaga en la espalda, honda, tres dedos, que se me hizo llevando la Cruz a causa de los tres huesos que en ella sobresalen. Ésta me ha sido de mayor pena y dolor que todas las otras, la cual consideran poco todos los hombres por no serles conocida, pero tú tenla en veneración, y sabes que cualquier gracia que me pidas en su virtud te la concederé. Y a todos los que por ella me honraren, les perdonaré sus pecados cotidianos, de los mortales confesados no me acordaré más y conseguirán mi gracia y misericordia.»
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